headset_micEl cautiverio
Parada 2a
Dos siglos de haciendas esclavistas Salón Calandayma
Casa rosarista
énfasis en las de Calandaima. Aquí se explora la importancia de las haciendas para las rentas de la institución.
En segunda instancia, nos referimos a las personas que fueron esclavizadas en las haciendas del Colegio. Para ello, se utilizan los padrones de personas esclavizadas encontrados en el Archivo Histórico de la Universidad. Se aborda aquí el caso de las mujeres libres de Calandaima y de María Matamba, como propuesta alternativa de revisión de las fuentes de archivo que permita hacer un reconocimiento de las personas esclavizadas.
Dos siglos de haciendas esclavistas
Las haciendas – y las personas que fueron explotadas en ellas – no solo tuvieron importancia durante la Fundación del Colegio Mayor. Estas unidades productivas fueron fundamentales para el sostenimiento de la institución hasta 1834 y 1836, años en los cuales fueron vendidas.
En esta parada nos enfocamos en las haciendas del Colegio y su relación con la esclavización.
En primer lugar, abordamos los principales aspectos económicos de las haciendas del Colegio, haciendo
En la época de Fray Cristóbal, la extensión de Calandaima era de 5000 hectáreas. El área de estas haciendas fue creciendo, hasta duplicarse en 1804.
En las haciendas se cultivaba la caña y se producía azúcar, miel, aguardiente y dulces que abastecían a Bogotá. Por lo general, estas haciendas eran unidades productivas mixtas, que, además del trapiche, disponían de un hato ganadero y de una estancia de maíz destinada a la alimentación de las personas que ahí eran explotadas.
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1. Rafael Antonio Díaz Díaz, Esclavitud, región y ciudad: el sistema esclavista urbano-regional en Santafé de Bogotá, 1700-1750 (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2001), 163.
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2. Marco Manuel Forero Polo, “La renta agraria: la hacienda en el altiplano Cundiboyacense durante el siglo XVII” (Tesis de Maestría, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2014).
3.Rafael Díaz: Rafael Antonio Díaz Díaz, Esclavitud, región y ciudad: el sistema esclavista urbano-regional en Santafé de Bogotá, 1700-1750 (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2001), 47.
1. Las haciendas del Colegio Mayor.
El Colegio Mayor se mantuvo como un importante propietario de la economía rural desde su fundación (1653) hasta las primeras tres décadas de la era republicana. Las principales haciendas del patrimonio rosarista eran las de Calandaima, ubicadas al Occidente de Cundinamarca en la jurisdicción de Tocaima, “probablemente la región esclavista más importante del mercado santafereño”. A lo largo de los años, el Colegio Mayor incorporó las propiedades de Mesa de Yeguas, Jagual, Trujillo, los terrenos de Diana, Santo Tomás, la hacienda de San Miguel y los trapiches de Malachí, Buenavista, Concepción y la Vega de San Antonio. Fuente
Por ejemplo, en su cuenta de rentas y frutos de las haciendas entre 1665 y 1666, el rector Juan Peláez Sotelo refería que la mayor fuente de ingresos del Colegio provenía de los frutos del trapiche. De los 4995 patacones y 7 reales producidos para el Colegio entre mayo de 1665 y diciembre de 1666, se recaudaron 1964 patacones y 2 reales gracias al trapiche.
Juan Peláez Sotelo, “Expediente presentado por Juan Peláez Sotelo con la cuentas de gastos e ingresos durante su Rectorado” (Universidad del Rosario, Archivo Histórico, 1667), f. 4r, Caja 2, folios 1-72, http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/5689.
Ver
4. Trapiche: Lo cobrado a los estudiantes convictores produjo 1367 patacones, los frutos de la a estancia produjeron 1094 patacones y 5 reales, mientras que las rentas del colegio dieron un ingreso de 570 patacones.
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Los ingresos de las haciendas.
Es difícil evaluar de manera exacta el desempeño y funcionamiento económico de las haciendas y trapiches, pues las fuentes son parciales. Sin embargo, varios documentos indican que –a lo largo de dos siglos– las Haciendas constituyeron una fuente de ingresos esencial para el sostenimiento Colegio Mayor. Las haciendas no solo fueron rentables en los siglos XVII y XVIII. A inicios del siglo XIX, el Colegio contaba con cerca de 56 personas esclavizadas en Calandaima. A pesar de las normas antiesclavistas que se promulgaron después de la independencia, las propiedades del Colegio en Calandaima mostraron una tendencia al alza en términos de rentabilidad.
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5. Luis Eduardo Fajardo, Juanita Villaveces, y Carlos Cañón, Historia económica de las haciendas del Colegio Mayor del Rosario 1700-1870 (Bogotá: Centro Editorial Rosarista, CIEC, Banco de la República, 2003), 23.
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6. Luis Eduardo Fajardo, Juanita Villaveces, y Carlos Cañón, Historia económica de las haciendas del Colegio Mayor del Rosario 1700-1870 (Bogotá: Centro Editorial Rosarista, CIEC, Banco de la República, 2003), 62– 63.
Para 1712, un informe del Colegio enfatizaba sobre la importancia de las haciendas. Se decía que estas eran tan fértiles y buenas que podían proveer para el sustento cotidiano del colegio y que quizá permitirían hacer un socorro a un catedrático. Los ingresos de las haciendas.
Caso de las mujeres libres y María Matamba
Dado que transcurrieron aproximadamente 180 años entre el momento de fundación del Colegio y la venta final de las haciendas, se puede estimar que 9 a 10 generaciones de personas esclavizadas trabajaron en estos lugares. Es decir, al menos 400 personas.
2. Las personas esclavizadas en las haciendas del Colegio.
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7. la estimación se estableció al tener en cuenta los siguientes documentos: Pedro Joseph de Leyva y la Madrid, “Inventarios de los bienes de las haciendas de Calandaima y Bosa del Colegio Mayor del Rosario” (Universidad del Rosario, Archivo Histórico, 1723), Caja 3, folios 108-114, http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/10774; José del Rosario, “Inventario de la hacienda de el Colegio de Calandaima” (Universidad del Rosario, Archivo Histórico, 1767), Caja 7, folios 323-326, http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/11745; Cayetano Sotomayor y Fajardo, “Avalúo de la hacienda de San Miguel en Calandaima” (Universidad del Rosario, Archivo Histórico, 1798), f. 632v, Caja 91, folios 629-634, http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/14098.
Aunque no se cuenta con cifras exactas, los documentos que reposan en el Archivo permiten suponer que las haciendas contaban con el trabajo de entre 30 y 70 personas esclavizadas. ¿Quiénes eran las personas esclavizadas?
“Ítem manifiesto a Santos Mulato de veinte y siete años que avaluaron en doscientos y cincuenta pesos.
Ítem a Yonacia de cincuenta años que avaluaron en ochenta pesos.
Ítem: a Joaquina Negra de cuarenta y ocho años que avaluaron en cien pesos.
Ítem manifiesto a Agustina Mulata de cuarenta años que avaluaron en cien pesos.
Ítem a Juan Modeno Mulato de treinta y ocho años que avaluaron en doscientos pesos.
Ítem: a José María Mulato de veinte y cuatro años que avaluaron en doscientos pesos.
Ítem a José María Caraballo Mulato de veinte y un años que avaluaron en doscientos pesos.
Ítem a Valentín Mulato de diez y nueve años que avaluaron en ciento y cincuenta pesos.
Ítem Juan José Mulato de diez y siete años que avaluaron en ciento y cincuenta pesos.
Ítem a Lucas mulato de once años que avaluaron en cien pesos.
Ítem a Manuel Negro de trece años que avaluaron en doscientos pesos.
Ítem manifiesto a Ambrosio mulato de veinte y dos años que avaluaron en doscientos pesos.
Ítem a Tadeo mulato de diez y seis años que avaluaron en ciento y ochenta pesos.
Ítem a Antonio mulato de veinte y dos años que avaluaron en doscientos pesos.
Ítem a María Justa mulata de diez y nueve años que avaluaron en dos cientos pesos.
Ítem Alfonsina Negra de diez y seis años la avaluaron en doscientos veinte y cinco pesos.
Ítem a Lorenza Mulata de quince años que avaluaron en ciento y ocho pesos.
Ítem a Adriana Mulata de catorce años que avaluaron en ciento y cincuenta pesos.
Ítem Arrselmar mulata de seis años que avaluaron en noventa pesos.
Ítem Carmela mulata de veinte y cuatro años que avaluaron en ciento y ochenta pesos.
Ítem Jacinta Mulata de veinte años que avaluaron en ciento y sesenta pesos.
Ítem Juliana Mulata de veinte y un años que avaluaron en ciento y sesenta pesos.
Ítem Josefa de cuarenta años que avaluaron en ciento y cincuenta pesos.
Ítem Martina Mulata de tres años que avaluaron en ochenta pesos.
Ítem Juliana de pecho que avaluaron en cuarenta pesos”.
Transcripción
Conocemos los nombres de algunas personas que fueron esclavizadas en las haciendas, pues estas eran legalmente propiedad del colegio y sus nombres aparecen en los padrones.
Como se observa en el padrón de 1798 de la hacienda de San Miguel en Calandaima, dado el proceso de evangelización, las personas esclavizadas llevaban nombres católicos y apellidos de esclavistas españoles. Esta forma de dominación implicaba el desarraigo con su pasado.
Ahora, ¿cómo contar esta historia sin seguir con la lógica del inventario? Es imprescindible cambiar la concepción de las personas esclavizadas como objetos o mercancías. Para reconocer a estas personas como seres humanos, es preciso abordar sus casos particulares.
Ver
Cayetano Sotomayor y Fajardo, “Avalúo de la hacienda de San Miguel en Calandaima” (Universidad del Rosario, Archivo Histórico, 1798), f. 631v, Caja 91, folios 629-634, http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/14098.
Fuente
María Matamba y las mujeres libres (1767) Padrón de los esclavos que hay en esta hacienda del Colegio:
- Juan José del Rosario, esclavo, su mujer Josefa, libre, sus 2 hijos.
- Mulato Feliciano Ambula, su mujer Juana Cabasa, libre.
- Mulato Manuel Caraballo, su mujer Agustina, libre.
- Negro Graciano, su mujer Petrona, libre.
- Mulato Diego de la Cruz, su mujer María Salvadora, libre.
- José Joaquín Tello, su mujer Josefa, libre.
- Francisco Martínez, su mujer Marta Pachón, libre.
- José Cayetano Fajardo, su mujer Juana, libre.
- Simón Joaquín, su mujer María Matamba, libre.
- Vicente Ferrel, su mujer María Antonia, esclava, sus hijos Juan Antonio, Carpio, Vicente, y otro Vicente.
- Jacinto Roque de la Pedrosa, soltero.
- Melchor Pérez, soltero.
- Mateo Bravo, libre, su mujer Simona, esclava, sus hijos Lucas, Rosa y Juana.
- Mamá Guzmana, soltera y sin hijos
- Mama Micaela, soltera y sin hijos
- María Agustina, soltera y sin hijos
y otro que nació ahora 15 días.
Transcripción
Caso
José del Rosario, “Inventario de la hacienda de el Colegio de Calandaima”, 1767, f. 325v, http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/11745.
En este padrón de 1767, aparecen personas libres y esclavizadas que vivían en los predios del Colegio en Calandaima.
En la lista se encuentran diversas personas libres, quienes en su mayoría eran mujeres. Aparecen los nombres de Josefa, Juana Cabasa, Agustina, Petrona, María Salvadora, Josefa, Juana, Martha y María Matamba. Si bien estas mujeres eran libres, sus esposos se encontraban en situación de esclavización. Por ello, aunque habían obtenido su libertad, ellas seguían ligadas al sistema esclavista.
El Archivo no registra cómo la condición de libres cambiaba la experiencia de estas mujeres, pero el padrón permite complejizar nuestro entendimiento sobre las familias de origen o ascendencia africana en la Nueva Granada. Como se observa en la fuente, las familias de las personas esclavizadas estaban también compuestas por personas libres.
Fuente
Ver
Huellas de Africanía y Afrogénesis
Para reivindicar a las personas esclavizadas es útil hacer uso de dos conceptos que nos permitan tender puentes entre África y las personas esclavizadas del Rosario. El primero es el de Huellas de Africanía. Como un enfoque conceptual y metodológico, permite conectar rasgos culturales, hábitos, formas organizativas que se transmitieron de generación en generación como formas de subsistencia de las tradiciones africanas y que fueron transmutando con el paso de los siglos.
En segundo lugar, el concepto de Afrogénesis permite abordar la historia teniendo en cuenta a África como centro epistémico para explicar la presencia de las sociedades afroamericanas en Colombia y los procesos de asimilación a las que fueron sometidas las personas de origen o ascendencia africana.
En este padrón un nombre destaca: el de María Matamba. Se dice que esta mujer era libre y que su esposo –Simón Joaquín– era esclavizado. María no tenía un apellido español. Como Feliciano Ambuila, ella llevaba un apellido de origen africano.
Como se observa, las personas esclavizadas de origen africano tenían un pasado, un legado, unas raíces familiares y culturales que les fueron arrebatadas por la violencia del sistema esclavista.
Una huella de africanía son los apellidos de las personas esclavizadas y su relación con el continente africano.
Algunos de estos apellidos provenían de los lugares de secuestro en África o de los grupos étnicos o familias lingüísticas de origen.
Por ejemplo, Bambara provenía del antiguo Reino de Malí. Carabalí, Lucumí, Biáfaras (o Biafra) procedían del antiguo Reino de Benín. Los Angolas se pueden relacionar con el antiguo Reino del Congo.
En el caso de María, su apellido procedía del antiguo Reino de Matamba. Con respecto a Feliciano, su apellido se conecta con la Región Dembo Ambuila. Situación del reino de Matamba con respecto al reino del Congo hacia 1711. Tomado de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:KingdomKongo1711.png
Pendiente
Fuentes primarias
Fuentes secundarias
Pendiente
REFERENCIAS
INVESTIGACIÓN
Semillero de estudios Afrodesencientes
TEXTOS
Bastien Bosa
Diana Angulo
DIRECCIÓN GENERAL
María Clara Quiroz - Marcela Camargo
EDICIÓN DE TEXTOS
Sharon Rojas
DIGITALIZACIÓN
Jorge Pulido Bello
DISEÑO
Sandra Yazo
CRÉDITOS
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